Discernimiento

Discierneyosoyequilibrio2

Frecuentemente escuchamos o leemos consejos y aseveraciones que, con mayor o menor impecabilidad, emiten otras personas. Tanto si las intenciones son limpias y de pura ayuda, como si no lo son, pueden ser válidas para ellos, pero tal vez no lo son tanto para nosotros. Alguien puede aconsejarnos un alimento con maravillosas propiedades pero tal vez nosotros tengamos alguna intolerancia y nos cause más perjuicio que beneficio. Aceptar un trabajo porque otros nos lo aconsejan, deslumbrados por lo que obtendremos a cambio, puede ser muy ilusionante, pero tal vez no esté de acuerdo con nuestro propósito de vida y termine sumergiendonos en un infierno estresante e invadiendonos de desilusión.

Uno de los mayores regalos que poseemos es el libre albedrío y este atañe sobre todo a nuestro discernimiento. Conviene a este respecto dejar sentir en nuestro interior que efectos produce el solo hecho de pensar o sentir una idea en nuestro cuerpo para saber si algo nos es afín o nos «rechina». No importa lo maravilloso y potencialmente beneficioso que sea para otro, puede efectivamente serlo, solo importa como nos afecta personalmente a nosotros mismos.

Nuestro mejor guía vive en nuestro interior y, si en un momento de incertidumbre, no nos decantamos por ninguna opción, por supuesto podemos buscar ayuda en la opinión y experiencia de otros, pero quien decide en última instancia somos nosotros. Tenemos la última palabra. Tengamos esa confianza en lo que sentimos, en nuestras propias elecciones. El mundo ya está demasiado mal por dejarnos guiar por otros y ceder la responsabilidad de nuestras elecciones en terceros, sean familiares, jefes, maestros o políticos, eso potencia el rencor cuando fallan a nuestras expectativas, cuando los responsables hemos sido nosotros por depositar en ellos una tarea, una elección, una acción, que tal vez solo nos correspondía a nosotros y si delegamos en otro asumamos que puede equivocarse o que «su manera» puede ser otra y no gustarnos. Aceptemos las consecuencias y aprendamos de ello.

Asumamos nuestra responsabilidad ejerciendo nuestras propias elecciones, obedezcan o no a sugerencias de otros.  Buda decía a los Kalamas:
«lo importante no es lo que creéis, sino lo que hacéis, lo que sois y lo que sentís. No creáis en la fuerza de las tradiciones, por más que se las haya honrado desde hace muchas generaciones y en muchos lugares; no creáis en lo que dicen los libros considerados sagrados, solo por que muchos los consideren como tales; no creáis en algo solo porque muchos hablen de ello; no creáis en lo que dicen los considerados sabios de antaño, sólo porque muchos les sigan; no creáis en lo que vosotros mismos hayáis imaginado, creyendo que un dios os ha inspirado; no creáis en nada sólo porque lo sostenga la autoridad de vuestros maestros y sacerdotes. No creáis ni siquiera en mi enseñanza por respeto hacia mí. Luego de examinar detenidamente cada cosa y enseñanza, creed solo lo que vosotros mismos hayáis experimentado y reconocido como razonable, y que resulte en vuestro bien y en el de otros. Cuando hayáis experimentado y reflexionado por vosotros mismos que una cosa es buena, que no daña y que trae beneficio y felicidad , apoyaros en ellas.»

Kalama Sutta

Y por supuesto, antes de aceptar lo que acabas de leer, discierne si te sirve o no, y si no es así, deséchalo.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.