El Arbol de Tule

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Más de 30 personas, con las manos entrelazadas, son las necesarias para rodear el tronco de El Árbol del Tule, y otras 500 podrían cobijarse bajo la sombra de esta milenaria maravilla que se encuentra a 10km. de Oaxaca, en México. Este espléndido y único árbol, con más de 2.000 años de antigüedad y sus casi 600 toneladas, se encuentra enraizado en Santa María de Tule, sobre un acuífero subterráneo que le alimenta. Mide más de 40m. de altura, su diámetro es de 14,35m. y según algunas fuentes su perímetro es de más de 53m., según el cartel, que a su sombra facilita datos, son 58m., en cualquier caso, le convierte en el mayor del mundo conocido.

En su tronco hay aberturas como la “Cueva de los Duendes” y formaciones caprichosas que, aderezadas con la imaginación del observador, se convierten en representaciones de animales o personajes, por lo que han sido bautizadas como “Cabeza de león”, “Los Tres Reyes Magos”, “El Elefante”, “La Piña”, “El Caimán”, etc.

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Se trata de un sabino o ahuehuete (taxodium mucronatum), un nombre azteca que significa “abuelo”, una especie de ciprés con las hojas ordenadas en espiral, que no caen hasta que no han crecido las nuevas. Durante todo el año está dando semillas y es utilizado desde hace más de 7.000 años para elaborar muebles, cestas y tejidos, siendo muy común en México.

Algunas personas afirman que Tule significa “iluminación”, tal vez por ello construyeron la Iglesia de Santa María del Tule en su proximidad, y, tal vez por ello, una de las versiones sobre su origen es que fue plantado por Pechocha, uno de los sacerdotes de Ehécalt (dios del viento, un deva de la naturaleza), que insufla la chispa divina, el aliento vital que da la vida y dota de movimiento.

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La otra versión es que líderes locales acordaron en ese lugar separarse hacía los cuatro puntos cardinales y plantaron en cada uno de ellos un ahuehuete, partiendo después cada uno hacía su destino, siendo este uno de aquellos cuatro.

En 2003 fue declarado, afortunadamente, Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO, por lo que disfruta de especial cuidado, tal como advierten numerosos carteles a su pie, rodeado por una valla, prohibiendo, lógicamente, cortar cualquiera de sus ramas.

Es este árbol quien ha dado sentido y nombre a la población en la que se encuentra, y es por ello, que sus pobladores festejan el segundo lunes de octubre se celebra la fiesta del Arbol del Tule, con orquestas que recorren las inmediaciones del árbol y se hacen ofrendas de dulces, collares de flores y ramas de laurel.

Ha sobrevivido a terremotos y podas, y a intentos de convertirlo en vigas por parte de algún rico comerciante, que encontó la consciente oposición de los indios de la zona para nuestra dicha.

Sin duda, este ser vivo maravilloso merece ser honrado y amado por todos, como el resto de nuestros compañeros los árboles, y ojalá que nuestros descendientes dentro de otros mil años puedan seguir celebrando y admirando su existencia.

 

Puedes ver más fotos en:

http://genuardis.net/arbol/arbol-del-tule-3.htm

 

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